Esta va por mi Lily

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Hola at tod@s

Tengo a medio un post sobre cómo nos estamos adaptando a esta nueva etapa otoñal, pero hoy necesitaba escribir estas palabras. Porque llevamos una semana de mierda, llena de sustos, de visitas a urgencias y de altibajos emocionales. Y esta noche estoy triste. Muy triste, porque hoy he tenido de que sacrificar a mi querida gata, mi compañera de vida desde hacía 10 años.

Supongo que si no habéis tenido animales en casa es un poco complicado de explicar lo que se siente cuando se van. A lo largo de los años acaban siendo parte de tí, de tu familia. Ellos están presentes en cada capítulo de tu vida de forma sutil, ya sea compartiendo tu alegría o simplemente estando presentes en los episodios tristes.

Yo siempre he sentido debilidad por los seres desvalidos, no puedo soportar ver sufrimiento cerca de mí. El caso de Lily no fue una excepción. Cuando yo era concejal en el Ayuntamiento, una mujer adorable que limpiaba allí me decía que había una gatita a la que llamaban Mimosa que necesitaba casa, que estaba pasando mucho frío y por eso entraba continuamente dentro del edificio, lo que le valía gritos y a veces hasta golpes para echarla. Yo siempre he sido una loca de los perros, los gatos hasta la fecha siempre me habían dado mucho respeto. Pero esta mujer me insistía contínuamente en que conmigo la Mimosa estaría estupendamente. Estuvo más de un mes diciéndome lo mismo. Hasta que por fin me decidí a llevarla a casa, con más miedo que otra cosa. Llegamos, abrí el transportin, se subió al sofá y ahí se quedó durante horas, impertérrita, como si llevara años viviendo aquí. Y el nombre de «Mimosa» nunca me acabó de gustar (soy de nombres cortos), así que le puse Lily porque estaba en una época bastante friki en honor a Lilith, la reina de los vampiros.

Durante muchos años pensé que la salvé de una vida a la intemperie llena de adversidades. Pero fue justamente al contrario. Fue ella la que me salvó a mí. Llegó a mi vida de una forma fortuita, en un momento en el cual yo me sentía enferma de soledad, pasando por una de esas etapas negras y peludas con una inestabilidad total en mi vida en todos los aspectos, laboral, sentimental y económico. Y el único consuelo después de llegar a casa hecha polvo, era abrir la puerta y encontrarla maullando y dándome la bienvenida. Era acurrucarme en el sofá y sentirla a mi lado, metiéndose debajo del edredón y ronroneando, mientras yo no me cansaba de acariciar ese pelaje tan magnífico que he tocado nunca y que siempre ha conseguido que me evada un poco de la realidad tan chunga que en esos momentos tuviera…

Hace algunos años me diagnosticaron alergia al pelo de gato y eso me costó montones de disgustos con la familia que siempre quiso que me deshiciera de ella. Pero lo que ellos nunca han llegado a entender es que Lily estaba antes que cualquier alergia (para mí nunca fue concluyente que fuera a los gatos y sigue sin serlo) y era parte de mi familia. Gracias a ella y a esa supuesta alergia empecé a cambiar mis hábitos alimentarios y a ser consciente de la alimentación tan nefasta para mi salud que llevaba. Y a raíz de todo aquello empecé a informarme sobre la explotación animal y todo lo que conllevaba. Y empezó a no ser lógico para mí amar con locura a mi gato y sin embargo comerme bebés de otras especies animales como pollos o corderos.

Y luego llegó Teo. Y con él mi pobre nena se vió relegada a un segundo lugar. Y aún así siempre estaba ahí, con su ronroneo, con su mirada azul, preciosa, siempre curiosa, siempre pendiente mi peque. Le encantaba dormirse con él, a pesar de que mi terremotete en cuanto tenía la ocasión le estiraba del rabo, de las orejas, le llevaba por la calle de la amargura. Y sin embargo siempre ha mostrado un amor incondicional hacia él, hacia nosotros…

Ayer de repente vino tambaleándose, apagada y llena de tristeza. Y yo sentí en lo más hondo de mi corazón que intentaba despedirse de mí. Todo ha sido demasiado rápido. Nunca he sabido la edad que tenía, ni me ha importado lo más mínimo hasta ahora, cuando esta mañana la veterinaria me ha dicho que los fallos renales son propios de gatos de edad avanzada y que su pronóstico era bastante malo. Así que he preferido que no sufra más y que descansara por fin con todo el dolor de mi corazón. Como con todos mis peludetes que por desgracia hemos tenido que sacrificar, he estado allí con ella durante todo el proceso, dándole las gracias por estos años, por todo lo que ha hecho por mí, por toda la felicidad que me ha dado, y pidiéndole perdón por haberla dejado de lado en tantas ocasiones…

Y ahora me siento un poco más vacía. Me cuesta asimilar que estoy sentada en el sofá y ella no está conmigo, que estoy en la cocina y no la voy a ver pasar hacia el patio por la pequeña puerta que le hicimos hace años. Llevo todo el día sintiendo que algo se mueve y que es ella andando con esa parsimonia que siempre tenía. Que todo lo que ha pasado en las últimas 24 horas ha sido un mal sueño y sigue dando guerra por aquí… Siempre cuando salgo de casa me aseguro que no se queda encerrada en ningún sitio, y esta  tarde lo he vuelto a hacer también, la he buscado por todos lados… Y me he dado de bruces con la pura y dolorosa realidad… me duele que ya no esté, que se haya ido, no puedo acabar de creérmelo. Ahora sólo me resta sufrir mi propio período de duelo y de adaptación a esta nueva etapa sin mi Lily preciosa 🙁

Quizás penséis que este post es raro o incluso una tontería, que no tiene nada que ver con lo que normalmente escribo. Pero estas son hoy mis sensaciones. Intento que esto sea de alguna forma un diario de mis pensamientos y de lo que siento, un legado para que, además de vosotr@s, mi hijo pueda leerlo algún día. Sé que no recordará a nuestra gata cuando crezca, quizás tengamos más animales en casa (soy de la opinión de que necesitamos relacionarnos con ellos para conocerlos y respetarlos). Y si es así, sé que para él serán muy importantes y probablemente marcarán su infancia, pero ya me voy a encargar yo de que siga nombrando a Lily como lo hace ahora y vea nuestras fotos por mucho tiempo.

Espero y deseo que si os habéis sentido como yo me siento ahora por la pérdida de vuestros compañeros peludos, lo compartáis conmigo para hacer más llevadera esta tristeza.

Gracias por leerme.

Abrazos.

2 comentarios en «Esta va por mi Lily»

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