Bizcochaco Tremendo (sin sufrimiento animal)

Bizcochaco Tremendo (sin sufrimiento animal)

Bizcochaco Tremendo (sin sufrimiento animal)

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Muy pronto me iba despidiendo yo de la peña…ains…seguimos siendo «uno dentro de la otra»… !a ver cuánto nos dura esta situación! Y por lo pronto y viendo que tengo algún ratico libre, pues aprovecho para adelantar los post que ya os comenté que tenía pendientes. Y es que estaba deseando poner alguna receta dulce. Porque cuando decides que quieres ir cambiando tu alimentación hacia formas más éticas, en la mayoría de los casos las cosas a las que más te cuesta renunciar es al queso y al dulce. Por suerte, hoy hay alternativas maravillosas al queso (ya os enseñaré recetillas sencillas y me surtiré de algunos quesos veganos y os hablaré largo y tendido sobre ellos) y gracias a gente inquieta y estupenda casi todos los postres que más nos gustan se pueden veganizar, sin incluir leche y  sobre todo, sin incluir HUEVOS.

pollito

Y es que mucha gente puede pensar, ¿huevos? ¿por qué huevos? Si es algo natural, los ponen las gallinas y no sufren…Pues NO, queridos lectores. No es así. La industria avícola es una de las más terroríficas que existen hoy por hoy. No tengo intención de convertir este post en una colección de imágenes angustiosas y llenas de sufrimiento (aunque si os apetece ilustraros, pinchad en este enlace y veréis), pero sí os puedo dar algunos datos para que seáis realmente conscientes de lo que conlleva el sencillo gesto de comprar y consumir huevos.

Para empezar con una afirmación tonta, los pollitos salen del huevo (fecundado, obviamente). Y ese huevo puede contener una hembrita que será la futura ponedora…o un macho, claro, en un porcentaje aproximado del 50%, que obviamente, no sirven para este menester, ni genéticamente pueden usarse para la industria cárnica ¿Y qué pasa con los pollitos machos? Pues que básicamente, son ELIMINADOS: o bien son triturados a los pocos días de vida en maquinas «picadoras» o bien asfixiados, metidos en bolsas o hacinados en contenedores de basura hasta que mueren agonizando unos encima de otros. También hay vídeos de esto, pero no me hace ninguna gracia ponerlos.

Pues una vez que tenemos a las hembras seleccionadas, lo primero que hay que hacer es evitar que se ataquen unas a otras debido al estrés, así que se les corta la punta del pico con cuchillas al rojo vivo y sin ningún tipo de anestesia (esto les dificulta enormemente alimentarse, por eso la mortandad es elevada por todos estos motivos) y cuando tienen de 16 a 18 semanas son trasladadas a jaulas donde pasarán el resto de sus cortas vidas sin apenas poder moverse, con ciclos de luz y oscuridad para que pongan más huevos…y así hasta que dejen de ser productivas y directamente también sean «eliminadas» para subproductos cárnicos (unos dos años máximo)….así que espero que os hagáis una idea de lo terrible de la situación.

Por si os interesa, los huevos llevan impreso un código cuyas dos primeras cifras hablan del origen de las gallinas que los ponen, así que si no tenéis pensado renunciar a ellos, al menos, no fomentéis industrias que permitan tanta crueldad con estas aves, y optéis, con conocimiento de causa, por huevos ecológicos o de gallinas camperas, que al menos, tienen una vida más digna aunque también se les medica, se les enjaula y se les cambian sus ciclos para que den más huevos…pero algo es algo…

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Y dicho lo cual, os cuento que los huevos son bastante prescindibles en una dieta vegana…excepto para el tema de las tortillas, que se pueden veganizar muy fácilmente y salen buenísimas, ya os iré contando… Y para los postres…y esto sí que es un fastidio. Y es que cualquier receta clásica para bizcochos, flanes, puddings y dulces varios llevan huevo.

Pero ¿Quien dijo miedo? ¿Creeis que al cambiar la alimentación vais a tener que renunciar a tales delicias? ¡Nada más lejos de la realidad! Por suerte y como os comenté antes, hay cientos de personas que andan investigando recetas culinarias para «veganizar» las comidas típicas sin tener que renunciar a sabores y texturas sin sufrimiento animal. Yo ando probando cosicas (eso de experimentar todavía no me ha dado los frutos deseados), y las que más me molan son las que os voy enseñando. Como este bizcocho que está de vicio y cuya receta me dieron en un foro de facebook…pero bueno bueno 🙂 Aquí va la receta:

BIZCOCHACO VEGANO TREMENDO

  • 2 plátanos
  • 1/2 taza de coco rallado (30 grs)
  • 1 taza de leche vegetal (yo usé soja)
  • 1+1/2 tazas de azúcar morena
  • 3 tazas de harina
  • 1 taza de aceite (usé de girasol)
  • 1 sobre de levadura química

Las medidas que yo suelo poner son en tazas. Yo tengo unos medidores que para este tipo de recetas van geniales porque no tienes que andar preocupándote por pesarlo todo. Las encontré en los chinos, pero en tiendas especializadas también los encontrareis. Si no os apañais, podéis usar una medida estándar (un vaso pequeño, una taza de las de café con leche que son más grandecitas) e ir ajustando según la receta. Y sale súper bien.

Aquí como veis hemos sustituido el huevo por plátanos que le dan una esponjosidad y un sabor buenísimo. Aunque los plátanos no son los únicos sustitutos del huevo, pinchad aquí y sabréis más sobre el tema 😉

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Lo primero que hay que hacer es tamizar la harina y la levadura en un bol (no es estríctamente necesario pero sale muy esponjosa la mezcla y la levadura se mezcla mucho mejor)

Por otro lado, no lo indica en la receta pero yo hice buttermilk (suero de mantequilla, pero vegano), que es otro de los sustitutos del huevo y que hace que la masa suba más, se desmorone mucho menos, y mantenga mejor la humedad. La mejor leche para hacerla es la leche de soja y lo único que hay que hacer para prepararla es echarle una cucharada de vinagre (yo usé de manzana) y dejarla reposar unos minutos. Vais a ver que se empieza a «cortar» y se espesa mucho, como tipo nata agria. Pero luego no se percibe para nada el sabor del vinagre.

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La mezcla se queda como la cuajada más líquida

En otro bol echamos el aceite y el azúcar y mezclamos bien. Añadimos los plátanos troceados, el coco y volver a batir. Por último se echa nuestra mezcla de buttermilk y lo removemos todo muy bien. Mezclamos esto con la harina y levadura que tamizamos anteriormente:


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Cuando ya tenemos todos los ingredientes integrados, engrasamos un molde y vertemos la mezcla, y con el horno precalentado a 175º se deja de 45 a 50 minutos hasta que veamos que se queda doradito. Y mirad cómo se queda 🙂

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Buff…es que con esto ya tenéis para el desayuno de toda una semana, o para merendar, para picotear entre horas, como base de bizcocho para hacer tartas más elaboradas…y sin sufrimiento animal. No se le puede pedir más a un plato como este.

Espero que probéis a hacerlo y me contéis qué os ha parecido, a ver si estais de acuerdo conmigo 😉

¡¡Abrazos!!

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